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Silverio Pérez: Faraón de Texcoco

Fue singular desde su nacimiento, pues llegó al mundo con un par de dientes en el maxilar superior, Silverio Pérez se plantó en este mundo un 15 de junio en el poblado de Pentecostés, municipio de Texcoco.



Como en toda gran historia, la tragedia y la muerte son las que definen el arco de este personaje quien llegaría a ser una de las máximas figuras del toreo en México. Su hermano Carmelo, cuyo nombre real era Armando, muere en 1931 a causa de una neumonía que tuvo complicaciones derivadas de heridas que se hizo en una corrida en 1929. Tras una larga convalecencia de la que fue testigo Silverio y una operación sin éxito, Carmelo Pérez, muere en Madrid un 19 de octubre de 1931. Silverio a sus 16 años, se presenta a recoger el cadáver de su amado hermano en el puerto de Veracruz, tras dos noches de velar el cuerpo de su hermano en la aduana del puerto mientras se realizaban trámites, es durante el sepelio en el Panteón de Dolores de la Ciudad de México donde le confiesa al novillero y amigo de la familia Luis Che Peláez sus deseos de ser torero.


Luis Peláez se convierte en su primer maestro. Se hizo de un camión para transportar toros de lidia y así, se mantenía enterado de los festejos y pormenores de la vida taurina a la cual se había integrado. Alternando el trabajo con el capote, Silverio se presentaba constantemente en festejos. En varias entrevistas dejo claro, que gracias a la fama de su hermano Carmelo, los empresarios, que insistían en llamarle “Carmelo II” le daban constantes oportunidades de presentarse con frecuencia en los festejos sin importar cuales hubieran sido los resultados. En sus inicios, Silverio se perfilaba como un torero sentimental que, así como unas tardes volcaba la plaza otras, pasaba completamente desapercibido.


Poco a poco Silverio fue brillando con su propia luz, separándose completamente en estilo de torear de su hermano Carmelo y demostrando un arte sin par. Gracias al apoyo del empresario Don Antonio Casillas es que Silverio pudo formar parte de un cartel en la Plaza del Toreo, en un encierro de novillos de Albarrada, donde alternó con José Salas “El Sirio”, Jesús “El güero” Merino, Mario Sevilla, Gabino Aguilar y Emiliano Vega, con quien compartió el gran triunfo de la tarde, dejó claro que tenía lo que se necesitaba para ser torero.


Tras esa novillada siguieron una serie de festejos más donde salía a hombros de la plaza. Esto le mereció ser invitado a la novillada de la Policía de tránsito, donde recibió su bautizo de sangre por parte de un novillo de San Diego de los Padres, misma ganadería de la cual era el toro que había herido años atrás a su hermano Carmelo, provocando su pronta muerte.


Una vez más la sombra de la muerte hacia presencia en la vida de Silverio; una cornada más y la muerte de su querida hermana Conchita por una repentina enfermedad cardiaca afectaron su sentir y a consejo de Don Armando Casillas emprendió un viaje a España con el afán de probar suerte y fortuna. Con solo 150 pesetas en el bolsillo y una carta de recomendación del empresario Don Eduardo Margeli. El 1ero de mayo de 1935 consigue debutar en Tetuán de las Victorias en una novillada donde alterna con otro mexicano, Liborio Ruiz y los españoles Varelito Chico y Manuel Ángel Rodríguez “Manolete”.


Con altas y bajas en sus presentaciones en España, Silverio tuvo un gran aprendizaje en esos años, allá se hizo gran amigo de otros mexicanos, Luis Castro “El Soldado”, Armillita y “El ave de las tempestades” Lorenzo Garza. Regresa a México un año después para encontrarse de nuevo con la muerte, esta vez, la de su apoderado Don Antonio Casillas. Tras la gran pena de perder a su gran apoyo, Silverio encuentra en Fermín Espinosa “Armillita” a un gran amigo, quien lo acompañaría día con día a entrenar a la plaza y con quien tomaría la alternativa en la Plaza del Toreo de Puebla el 6 de noviembre de 1938, junto a Paco Gorráez donde se lidió ganado de La Punta.


Ni las novilladas en 1937 y 1938 ni los años subsecuentes a la toma de la alternativa fueron los mejores. Si bien no tuvo fracasos, a Silverio se le negaba el triunfo anhelado. Durante muchos años le costó acomodarse al toro, si se entendían regalaba un faenón que le conseguía orejas, rabo y salida en hombros, pero eso no sucedía siempre. No fue sino hasta una temporada corta en 1940 donde por fin todos esos años de profundo aprendizaje y autoconocimiento rindieron fruto.

Un 7 de abril, donde con el toro “Pizpireto” de La Punta, Silverio lograría un triunfo impresionante ejecutando la faena más templada y clásica que se hubiera visto. A la siguiente semana es que se muestra imponente ante un toro llamado “Modelo” al que se catalogó de rezongón y con el cual, para sorpresa del respetable, bordó otra faena haciendo arte a partir de un toro “que no tenía nada”.


Se irían sumando los nombres de “Gitano” de Rancho Seco, “Traguito” y “Zapotero” de Torrecillas, “Guitarrista” y “Cantinero” de San Mateo, “Pescador” y “Mandarín” de Piedras Negras, “Peluquero” de la Laguna y el inolvidable toro “Tanguíto” de Pastejé, del cual se dice, el 31 de enero de 1943 “esculpió en oro puro la obra magna de la torería”motivo por el cual se celebra desde 1993 hasta la fecha, un homenaje a Silverio en la plaza de toros México en dicho día.


Silverio es recordado también por cortar el primer rabo en la historia de la Plaza México en la segunda corrida de la serie inaugural al toro “Barba Azu” de Torrecilla, cuando alternó en mano a mano con Manuel Rodríguez “Manolete” con un encierro de Torrecilla.


Se dice que al no haber lucimiento debido a los astados, el periodista Taurino José Pagés Llergo regaló un último toro, de la ganadería de San Diego Los Padres, misma divisa de donde provenia “Michín” el toro que había terminado con la vida de su hermano Carmelo y de donde provenían el astado que le diera su bautizo de Sangre. Silverio se despidió entre el clamor y el cariño del público que atestiguó cómo su gran amigo, Fermín Espinosa “Armillita”, quien le dio la alternativa años antes, le cortara la coleta.


Silverio Pérez concluyó su vida en los ruedos a los 36 años y tras solo 15 carrera, lo que significó un alivio para su amada Pachis con quien casado desde 1938, tuvo a sus hijos Silverio, Silvia, Marcelo, José Antonio, Consuelo y Ana Laura. Desde 1951 se dedicó a la vida política en su natal Texcoco, fue alcalde de la ciudad en 1958 en dos ocasiones más, se desempeño durante vario años diversos cargos políticos hasta 1978.


Silverio Pérez murió el 2 de septiembre de 2006, solo 10 meses después de la muerte de Pachis. El “Faraón de Texcoco” es una de las figuras más importantes de la época de oro de la Tauromaquia en México.


Referencias

  • Internet. www.silverioperez.mx

  • “El siglo del Faraón” Artículo de Rafael Cué, 15 noviembre 2020. www.elfinanciero.com.mx



Nota de la Editora: este artículo es parte del año 0, número 5 de la revista #PueblaEsTaurina que puedes leer completa en el simulador, dando clic aquí o si prefieres ¡descárgala!

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